jueves, 10 de febrero de 2011

De mis vacaciones...

Podría contarles del viejo del hotel que me recordaba a mi abuelo.
O como perdí dos toallones.
Podría hablarles de lo poco que fui a bailar, o de toda la plata que me gasté intentando sacar un mickey de las maquinitas.
También podría dedicarle unas palabras al chongo-amor de verano que tuve, que resultó ser mucho más chico de lo que dijo.
Este post podría estar dedicado al médico que me levanté esa madrugada en la que me esguincé el tobillo, que me terminó invitando a cenar.
Podría estar escribiendo sobre lo amoroso que estuvo Facu, o sobre todas las peleas con Agus.
Si no me trajera malos recuerdos, les contaría de porqué me volví un día antes, por una discusión pelotuda, o de como casi pierdo el micro.

Pero lo que realmente tengo que compartir con ustedes, lo que realmente me impacto, lo que marcó un antes y un después en mi vida es que me enteré (también de la mano del médico) es que la angina y la faringitis son la misma cosa.


Increiblemente, viví toda mi vida engañada.

4 comentarios:

  1. jaaaaajajajajajajjajajaja


    es así, hay revelaciones que nos cambian la vida! ;)

    che, al final esto de tener numerosos accidentes menores sirve para ganar con los médicos... haber sabido!

    ResponderEliminar
  2. De haberlo sabido antes! mi vida hubiera dado un giro de 180 grados.. ¬¬

    Abrazo enorme.

    ResponderEliminar
  3. Hay cosas más importantes que todo eso, como descubrir que lo que antes pensabas era de otra forma por ejemplo,no?

    ResponderEliminar