01:00hs. Estoy en casa, lista para acostarme. Suena el telefono. "Vení ya al bar, Ariel se va"
No entendía nada. Como pude, a los pedos, me vestí y salí. En cinco minutos estuve en el bar, sin saber bien que iba a pasar.
Cuando me vio me saludó como si se estuviera yendo a vivir al congo belga por 15 años. Me dio un abrazó terrible, y me dijo que me iba a extrañar. Estuvo casi toda la noche sentado con nosotras, ya practicamente sin trabajar.
El momento de irme fue terrible, porque no caí en la cuenta de lo que pasaba. Nos despedimos como cualquier noche, como si supieramos que nos vamos a cruzar el viernes que viene. Y recién cuando llegué al auto me di cuentqa de que no, que no es probable que lo vea el fin de semana que viene, ni el otro, ni el siguiente. Me di cuenta de que es probable que no lo vea más, que si llego a hablar con él va a ser por casualidad.
Llegué a casa mal, sin saber porque me bajoneó tanto. Y me di cuenta de que más alla de todo lo que pasó, lo quiero. No se de que forma, pero lo quiero.
La velocidad del sonido
Hace 2 días