domingo, 8 de agosto de 2010

Un domingo a la tarde

Me levanto seis de la tarde, prendo la máquina y me pongo a leer desde la cama. Mauricio, mi gato, se acerca por la cama, se me trepa por el pecho y me da un beso en el ojo. Sí, Mauricio me da besos. Después se acurruca en mi panza, casi tapando la pantalla. Y le corro un poco la máquina para poder ver. Y casi como un reproche se vuelve a acomodar. Ahora se estira sobre mi panza, con las patitas para adelante. Y esconde la cabeza entre las patitas y se pone a ronronear.
Asi seguimos un rato, yo leyendo, él durmiendo. De fondo se escucha Madagascar en la tele. Me pongo a tipear y Mauricio abre los ojos, me mira y en forma de reclamo se para y se tira a al lado mio, donde mis manos no lo molestan.
Así estamos un domingo a la tarde. Que paz, Carlos. Que paz.

4 comentarios:

  1. Los gatos tienen una obsesión con las computadoras, los teclados y no dejarte ver a pantalla!

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  2. No me gustan los gatos, pero buen
    dejo saludos :P

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  3. Lo dije, lo digo, y lo voy a seguir diciendo; los domingos son para tener novia/o.
    No se puede estudiar, da fiaca salir de casa, no hay ganas de hacer nada.

    Abrazo grande.

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  4. Dana: Evidentemente sí, porque Mauricio lo hace con mucha frecuencia.

    Solcito: A mucha gente no le gustan, pero yo no entiendo bien porque.

    Nico: No me digas eso que me deprimo más todavia. Imaginate que en vez de novio yo tengo gato. Que triste que soy.

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